20/2/13

Fuera de sus Lugares

 Además de amar los viajes, por el simple hecho de estar entre destinos, puedo viajar gracias a películas, música, imágenes, personas y recuerdos. Nómada de pensamiento, no por mi particular razonamiento, gastádamente nulo; acaso un gen gitano infiltrado, un espíritu del viento o el viento mismo. La cosa es que me gusta eso. Confío (no se a qué o a quién) que algún día lo haré, viajaré por distintos lugares del mundo. Curioseando por desfiladeros gaélicos, con la vista perdida en un tren en Japón o caminando por una villa de Nueva Zelanda. Hasta llegar a la cabaña norteña de la Laponia finlandesa.
 Meanwhile en ésta village me dedico una suerte de recordatorio, cayendo en la falta de repetir lo que con amor alguna vez se dijo. Sólo por ese gusto perdido. Quizás ninguno de esos lugares llegue a visitar jamás.  Pero la persistencia en el tiempo, en un período considerable de tiempo, hace creer (agranda la ilusión y esperanza una creencia) de certeza. Lo cierto, valga, es que manifiesta con insistencia, esto de viajar y los viajes en sí.
 El título es porque ya no considero este lugar la opción. Parte de mi ser (material) está en otro lugar. Aunque eso sí que -en definitiva- no importa.
Éste lugar no oficia más que refugio provisorio, hogar eterno y a la vez exclusivo de la niñez y la juventud. Y por el momento la retaguardia, la colina donde se mira al cielo y al horizonte, para pensar y reflexionar. Un faro a la espera de indicios que son iluminados equívocos. En fin, una instancia y estancia.
 He de volver al mismo lugar, PERO NO DE LA MISMA MANERA. Ese es un objetivo primario. Las metas del principio de año, quizás, dulces y estúpidas promesas, pero a veces (sólo a veces) hay que confiar ciegamente. Lo que de allí haga, si quedo o parto*[si estoy en espíritu o no], sólo el tiempo dirá.
 El momento de decidir es ahora. Un poco, con las acciones después. Y con la constancia, que antes no costaba poner, arriesgarse a perder algo y no achicarse aunque se prevea la lluvia o el calor: SALIR IGUAL, quizás muchas mosquitas te piquen, da igual... hay que salir. La primer traba esta en uno. Y para colmo de moralismos y palabras para discursos humildemente heroicos: la ayuda. Así sea un oído de deshago, al final será mejor. Pero estás lejos de eso.

 
 Lo transportante de una armónica es la voz nostálgica. Suspendida en el aire a la espera de la ráfaga que la lleve lejos, a otros oídos.

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